domingo, 4 de noviembre de 2007

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

Una difícil decisión
En los albores de la década del ‘80 la contracara de la impecable historia deportiva de Dante Gariglio comienza a ser el paso del tiempo, que se instala de a poco en su cuerpo y deja sus huellas. Lentamente su propio cuerpo se convertía en su más temido rival, ya que no respondía como lo hacía antes, y por lo tanto, no le permitía ser el contundente animador de cada competencia.De todas maneras, el abuelo, como solían llamarlo en el ambiente de las motos, seguía participando. Continuaba ganando, incluso a los jóvenes que se iniciaban en este apasionante mundo de las motos. A esta altura quizás sus reflejos no eran los mismos; pero su astucia, su vehemencia, su inteligencia, su entusiasmo, y sobre todo su pasión, eran los mismos; no había días que pudieran cambiarlos.
Cuando transcurría el año 1985, seguramente después de tanto pensar y pensar, y asumiendo que su único rival, el tiempo, le estaba usurpando sus dotes físicos, Dante Antonio Gariglio, la liebre de las motos -como le decían sus allegados en alusión a que los demás pilotos corrían tras él-, toma la difícil decisión de dejar de correr; de abandonar ese sueño del que por tantos años había sido protagonista. Cuando le comunicó su veredicto a sus amigos, entre los que se encontraba Julio Contreras, otro apasionado por el motociclismo, todos se sorprendieron. “Era difícil aceptar que Dante Gariglio no nos iba a representar más”, fue una de las frases que escuché por ahí cuando me dediqué a recopilar datos.
Fue este un duro golpe existencial, sus días se tornaron más tristes. Debía tener valor de aceptar la idea que el motociclismo, a esta altura de su vida, no era para él. Pero al poco tiempo alguien le devolvió la ilusión, le devolvió la esperanza y la alegría de estar nuevamente viviendo de cerca este apasionante mundo de las motos. Fue cuando su hijo Esteban, con sólo 10 años de edad, decide seguir los pasos de su padre; comienza a incursionar en el motociclismo. A partir de aquí, Gariglio mayor nuevamente se interesa en este deporte y asume el compromiso de acompañar a su pequeño hijo e´tigre, como 30 años atrás lo había hecho Don Bartolomé.

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